Alberdi, un barrio libre en la barranca del Paraná

Alberdi, un barrio libre en la barranca del Paraná

 Famoso por ser uno de los barrios que más saca provecho del río, originalmente fue un pueblo con identidad propia, hasta su anexo con el resto de la ciudad en 1918. Sus espacios verdes, palacios, puentes, clubes e instituciones cuentan relatos que no pueden faltar en la historia rosarina.

 Fundado en 1876 por José Nicolás Puccio como homenaje a Juan Bautista Alberdi, en sus principios se destacaba por su costa, sus grandes arenares y una vida amigable entre los vecinos, clásica de pueblo. Si bien fue un tributo a uno de los padres de la educación, el propio Alberdi nunca visitó esta zona, y donó los lotes que había recibido a sus sobrinas. En 1917 las autoridades locales inauguran un monumento en su honor, que con el tiempo llegaría a ser uno de los emblemas del lugar.

 Al ser independiente de Rosario, creó una vida social, cultural y deportiva para sus propios ciudadanos. El balneario de Rosas fue uno de sus mayores emblemas, con sus grandes dunas y barcazas; a la par, se destacaba por la cantidad de visitantes que tenía en cada verano. Así, fueron apareciendo clubes en la ribera del Paraná, como Club Remeros de Alberdi, Tiro Federal, Club Bancario y Rowing. En este sentido, no es casualidad que tantos deportistas olímpicos hayan nacido en esta parte de la ciudad.

 Conforme avanzaba el Siglo XX, fueron creándose casonas y edificaciones similares a palacios, por su esplendor y belleza. Aparecieron los primeros edificios, casas en las colinas y gran cantidad de iglesias y templos. Uno de los más emblemáticos fue Villa Hortensia, que durante las décadas que estuvo deshabitada, albergó la leyenda del fantasma de su dueña; hoy es parte de la Municipalidad y conforma el Distrito Norte. Otros grandes símbolos fueron residencias que se posicionaban en la Avenida Rondeau, como son las de Pedro Goyenechea (al 1200), de Escuariza (al 1300) y de los Monserrat, también conocida como “la casa de la cadenas” (al 1400).

 

 Entre los mitos barriales, el más conocido sin duda es el mencionado fantasma de doña Hortensia, que les susurra a los visitantes del Distrito, además de haber ahuyentado a los ocupas de la casona, creando ruidos misteriosos en medio de la noche. Por otra parte, está el relato de “la casa misteriosa”, una vieja construcción circular de ladrillos con techo en formo de cúpula; que oculta túneles plagados de murciélagos, dejando el misterio de qué ocultaba la antigua fábrica que trabajó hasta 2006, y hoy se encuentra en ruinas.

 

 Si hablamos de cultura en el barrio, se debe mencionar la importante Biblioteca Popular Juan Bautista Alberdi, fundada el 25 de mayo de 1935. Reconocida por los ciudadanos por su flor de ceibo pintada sobre fondo amarillo en su fachada, iluminando su esquina. Así, con más de 70 mil textos para la lectura, es un punto de encuentro entre los vecinos, una oportunidad para que los estudiantes realicen ahí sus pasantías y tradiciones que se siguen conservando. En palabras de Amanda Pacotti, responsable de la biblioteca: “Tenemos una riquísima historia. Con 85 años,  y el Alberdi pueblo, con sus características tan particulares, con sus quintas,  lo imaginaron algunos vecinos del lugar, que donan sus libros y sus colecciones, para la institución".

 Por el lado académico, la escuela Carrasco es uno de sus orgullos, ya que ha creado un legado histórico. Con sus 125 años de vida, ha marcado un cambio en la forma de educar, gracias a la experiencia conocida como Escuela Serena, de la mano de las hermanas Olga y Leticia Cosettini. Esta consistía en mirar al paisaje, al barrio, al río y las diversas expresiones artísticas, que justamente se vieron favorecidas por todo lo que les ofrecía Alberdi. Fue tan importante las nuevas propuestas pedagógicas, que sus recordadas clases fueron tomadas como ejemplo en todo el mundo, para crear un nuevo tipo de escuelas, que pongan el foco en el alumno, y que este viva la experiencia educativa con sus propios ojos.

 

 Otra institución de las que están orgullosos los vecinos es el Hospital Alberdi, conocido por el fuerte trabajo que ha hecho en salud pública. A su vez, es enérgica la colaboración constante que recibe de parte de los vecinos, ya sea con colectas solidarias, como con donaciones y aportes en sus proyectos. Es gracias a este fuerte vínculo que se ha alzado como uno de los mejores de toda la provincia, con su centenar de vida al servicio de la sanidad.

 Si hablamos de espacios verdes, esta zona de la ciudad está a la vanguardia, ya que cuenta con sitios muy atractivos para pasear, sentarse a descansar y para entrenar. Entre ellos, se destaca Plaza Alberdi, que es un centro de encuentros para todo momento. Otro punto de reunión son los llamados “Serruchos”, que se destacan por ser territorio de jóvenes que buscan animar sus tardes y noches. No podemos dejar de lado a los sitios que invitan a recorrerlos, como son los puentes tan llamativos, las bajadas pronunciadas, y por supuesto, la impactante vista al río.

 En otras palabras, Alberdi brilló en sus inicios como terrenos en la ribera, y llamó la atención de diferentes empresarios que se establecieron en este sector. Con la anexión a Rosario, empezó a conectarse con el centro gracias a los accesos que se crearon, y creció a la par de la inmigración que fue llegando en las épocas doradas del país. La fuerte identificación que tienen los vecinos con el barrio permitió hacer crecer la cultura de los clubes, bailes, carnavales y eventos, dando así un diferencial importante. Hoy, es un sector de la ciudad de los más visitados y no hay rosarino que no desee pasar por esa zona en sus ratos libres.

Por Julián Torrisi y Martín Tibaldo