Una cuarentena con tintes de Foucault

Una cuarentena con tintes de Foucault

  Tener una serie de normas a respetar, el temor de ser encontrado en la calle, o el tener una conducta “normal”. Parecería que la época de cuarentena se copia de las obras de Foucault.

 En 1975, el filósofo francés Michael Foucault publicaría su trabajo más famoso, “Vigilar y Castigar. El nacimiento de la prisión”. En su obra, daría cuenta de su estudio de la cárcel y cómo cambió su objetivo principal. Así, pasó de ser un dispositivo de castigo a ser de control. Es decir, ya no se trata de la disciplina, sino en el ejercicio de la norma. La particularidad, es que no sólo se puede aplicar a las unidades carcelarias, y se puede extender a diferentes ámbitos, incluido el mundo en el que vivimos.

 45 años después, podemos ver cómo vivimos un panóptico, en términos foucaultianos. Actuamos según la norma que nos es impuesta mediante las leyes, las reglas laborales o por lo que se considera “normal”. Lo distintivo de esto, es que debemos actuar sabiendo que en cualquier momento nos pueden estar viendo, pese a que nosotros no sabemos a ciencia cierta sí lo están haciendo. En otras palabras, todo se normaliza institucionalmente, y se materializa en los comportamientos, en los hábitos y los cuerpos de los habitantes.

 Como ejemplo inmejorable, tenemos la actualidad y la cuarentena a nivel nacional y mundial. Esta se impone como norma en Argentina, y es el Estado, a través de la policía, el que se encarga de vigilar que se cumpla. Así, cualquiera que quiebre esta norma debe tener un justificativo (laboral o de necesidad básica) para no ser detenido.

Por otra parte, ninguna persona puede usar el tiempo de cuarentena para transitar por la calle o espacios verdes, por disposición del Estado. Entonces, cualquiera que desee salir simplemente a caminar o ir a reuniones sociales, no lo hará, ya que siente que la policía lo está observando constantemente, pese a que no esté efectivamente presente.

 En esta línea, el Estado argentino ejerce su poder sobre sus habitantes en esta situación de emergencia a nivel mundial. Ha impuesto una norma, que marca lo que es normal (quedarse en casa hasta el 31 de marzo), y lo que no (salir a la calle sin justificantes). Los que se salen de la norma serán sancionados, y el castigo es ejemplificador para que el resto de los habitantes lo tomen como caso a no seguir.

 Como bien dijo Foucault: si hay poder, hay resistencia al poder. Esto se explica por los constantes en romper las normas. Desde los que tomaron la situación como vacaciones, hasta los que salen al parque o espacio público con total normalidad. Además, como el poder se ejerce también se ejerce de abajo hacia arriba, son los propios ciudadanos los que denuncian al vecino que ven recibiendo invitados; o los que salen a hacer deporte al aire libre. Claro, una norma es justa si es igual para todos.

 

 Redes sociales y Challenges

  El hecho de que en todo el país y en todo el mundo haya que seguir una norma, hace que haya una gran cantidad de situaciones en común en toda la población. Por una parte, es el compartir fotos y videos, mostrando que se está siguiendo la norma, y que el usuario se comporta “como una persona normal”. Así, se suma a los desafíos para hacerse ver, cuando las redes sociales también tienen su parte panóptica.

 Por otro lado, la necesidad de exigir que todos se comporten de la misma manera, hace que haya un código compartido entre los usuarios de redes. En suma, hacen los reclamos en internet cuando ven personas que no respetan la cuarentena, ya que el poder también se ejerce desde abajo, y se denuncia cuando alguien no cumple con la misma norma que debo cumplir.

A modo de conclusión

 Como cierre, podemos mencionar que la salud es lo primero y que esta comparativa simplemente tenía la función de hacer una relación entre este interesante libro y la realidad. Bajo ningún termino está impulsando a que la gente salga de sus casas por amor a quebrantar la norma, ya que lo que se juega es por demás importante.

 Si bien Foucault hizo su trabajo hace casi medio siglo, el panóptico está más vigente que nunca y se encuentra en múltiples ámbitos. Invitamos a todos a darse cuenta de lo que se termina normalizando gracias a situaciones similares, y cómo los medios de comunicación, la escuela, los trabajos o la Iglesia lo utilizan.