La reanudación de las compras chinas de soja a Estados Unidos podría provocar una baja en los precios internacionales y una menor demanda del grano argentino. Sin embargo, la industria local podría verse beneficiada con más materia prima para procesar.
La principal consecuencia del nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos y China se reflejará en los precios internacionales de la soja.
La decisión de Beijing de reanudar la compra de soja norteamericana, pactada tras el reciente encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping, genera preocupación en los mercados agrícolas sudamericanos y, especialmente, en la Argentina, que había aprovechado la guerra comercial entre ambas potencias para incrementar sus exportaciones.
El compromiso del gigante asiático de adquirir “cantidades masivas” de productos agrícolas estadounidenses inyecta un nuevo factor de competencia en el comercio global, poniendo en riesgo el boom exportador que la región había experimentado en los últimos años.
Un cambio en el tablero comercial
El propio Trump confirmó la operación durante su regreso a Washington tras reunirse con Xi Jinping.
El mandatario norteamericano enfrentaba fuertes presiones de los productores agrícolas estadounidenses, afectados por las restricciones impuestas por China y por los altos costos de almacenamiento.
Durante el conflicto comercial, Argentina y Brasil se habían convertido en proveedores clave de soja para el mercado chino, desplazando a Estados Unidos.
En ese contexto, el gobierno argentino incluso eliminó temporalmente las retenciones para acelerar las ventas y captar divisas, lo que potenció la salida de granos hacia Asia.
Ahora, el acuerdo bilateral cambia nuevamente el escenario. Según confirmó el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, China comprará hasta 12 millones de toneladas de soja estadounidense en el corto plazo.
Esa inyección de oferta genera una presión bajista sobre los precios en la Bolsa de Chicago, que inevitablemente repercutirá en los valores locales.
Impacto en el agro argentino
Durante los años de tensión comercial, Argentina había exportado alrededor de 12 millones de toneladas de soja a China, cuadruplicando el promedio de la última década.
Ese nivel récord podría reducirse si el país asiático vuelve a priorizar la soja norteamericana, lo que afectaría los ingresos por exportaciones y la balanza comercial.
Sin embargo, algunos analistas del sector agroindustrial consideran que el impacto no será totalmente negativo.
Argentina es el principal exportador mundial de derivados de soja, como harina y aceite, y una menor demanda china de poroto podría derivar en una mayor disponibilidad de materia prima para la industria local.
Esto permitiría sostener los niveles de procesamiento y exportación de productos con mayor valor agregado.
Perspectivas a mediano plazo
El nuevo acuerdo entre Washington y Beijing no solo redefine el flujo de granos, sino también las estrategias de los países productores del Cono Sur.
Si bien los precios internacionales podrían resentirse a corto plazo, el mercado global de proteínas vegetales sigue mostrando una demanda sólida, impulsada por el crecimiento poblacional y las necesidades alimentarias del sudeste asiático.
El desafío para Argentina será adaptarse a un entorno de mayor competencia sin perder protagonismo en el mercado global, apostando por la industrialización y la diversificación de exportaciones agroalimentarias.
