Qué es la "productividad tóxica"

Qué es la "productividad tóxica"

PORQUE SE CONSIDERA QUE DESTRUYE EL EXITO

En un mundo donde se premia la eficiencia, las metas y la autoexigencia constante, el concepto de “productividad tóxica” aparece como una alerta necesaria. Se trata de una cultura que promueve la idea de que siempre se debe estar haciendo algo útil, trabajando o mejorando, incluso a costa de la salud física y mental.

Cuando “hacer más” deja de ser positivo

El término se popularizó durante la pandemia, cuando muchas personas sintieron la presión de mantenerse productivas incluso en un contexto de incertidumbre y encierro. Pero su raíz viene de mucho antes: la sociedad contemporánea asocia el valor personal con el rendimiento y el éxito visible.

La psicóloga organizacional Laura Molina explica:

“La productividad es saludable cuando tiene un propósito y se combina con descanso. Se vuelve tóxica cuando el hacer se convierte en una obligación permanente y se pierde el equilibrio entre vida laboral y personal”.

En otras palabras, hacer más no siempre significa avanzar más. Quienes viven en modo productivo constante suelen experimentar ansiedad, insomnio, agotamiento emocional y sensación de vacío, incluso después de alcanzar sus metas.

Las señales de alerta

La productividad tóxica no aparece de un día para otro. Se instala como un hábito que el entorno refuerza y que uno mismo justifica con frases como “no puedo parar” o “si descanso, pierdo el ritmo”.
Entre los signos más comunes están:

  • Dificultad para desconectarse del trabajo.

  • Culpa al descansar o disfrutar del ocio.

  • Sensación de que nunca es suficiente.

  • Irritabilidad o fatiga constante.

  • Problemas para dormir o concentrarse.

De la autoexigencia al desgaste

El fenómeno está estrechamente vinculado con el burnout o síndrome del agotamiento laboral, reconocido por la OMS como un trastorno relacionado con el trabajo. En entornos competitivos, el exceso de metas y la falta de pausas reales derivan en menor creatividad, menor concentración y peor rendimiento general.

Paradójicamente, la productividad tóxica destruye el éxito que promete.
El rendimiento sostenido a largo plazo depende de un equilibrio entre el esfuerzo y la recuperación. Sin descanso, el cerebro pierde capacidad de planificación y empatía, dos funciones esenciales para el liderazgo y la innovación.

Un nuevo paradigma: productividad sostenible

Cada vez más empresas adoptan políticas de bienestar laboral y pausas activas, entendiendo que el descanso también es parte del trabajo.
Especialistas en neurociencia laboral sostienen que los ciclos de desconexión —ya sea a través del sueño, el arte, el movimiento o el ocio— favorecen la toma de decisiones y la motivación a largo plazo.

“El verdadero éxito no está en hacer más, sino en hacer mejor y con sentido”, resume Molina.

El equilibrio como forma de éxito

Superar la productividad tóxica implica redefinir el valor del tiempo: aprender a detenerse, disfrutar los logros y priorizar la salud.
Porque, en definitiva, la productividad sin bienestar no es progreso, sino desgaste disfrazado de éxito.