La filósofa y profesora de la Universidad de Oxford advierte sobre los riesgos de crecer sin privacidad en la era digital, y llama a los jóvenes a tomar conciencia y participar activamente en la construcción de un futuro más ético y humano.
Carolina Méndez
La protección de la privacidad no es solo un derecho individual: es la base de la libertad y la democracia. Así lo sostiene Carissa Véliz, profesora del Instituto sobre Ética en Inteligencia Artificial de la Universidad de Oxford, quien en diversas intervenciones ha alertado sobre los peligros de vivir en una sociedad donde los datos personales son constantemente recolectados, analizados y explotados por empresas y gobiernos.
Según Véliz, la falta de privacidad puede generar discriminación, exclusión y, sobre todo, autocensura. “La pérdida de la privacidad puede coartar tu libertad de poder decir lo que piensas, de juntarte con quien elijas, de protestar pacíficamente. Cuando todo eso desaparece, uno empieza a tener miedo y acaba autocensurándose”, advierte.
Jóvenes y riesgos invisibles
La especialista observa con preocupación que muchas personas jóvenes han crecido sin conocer lo que significa vivir con privacidad, lo que dificulta que comprendan las implicancias de su ausencia. Sin embargo, en su experiencia como docente ha notado que algunos estudiantes son más conscientes de lo esperado y buscan limitar su exposición digital.
El problema, explica, es que los riesgos en el mundo digital son menos tangibles que en la vida real. “Si alguien vende tus datos a un data broker irresponsable, no hay ninguna sensación física que te alerte”, ejemplifica. Por eso, considera clave educar a las nuevas generaciones sobre estos peligros invisibles.
Derechos humanos y sociedad digital
Véliz recuerda que el artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos garantiza la protección de la vida privada, la familia, el domicilio y la reputación. Pero en la práctica, estos derechos son vulnerados cuando se utilizan datos sin consentimiento, como ocurre en Inglaterra o Estados Unidos con el alquiler de viviendas, donde compañías de datos deciden quién accede a un hogar sin necesidad de dar explicaciones.
La filósofa subraya que el problema no surge al momento de recolectar datos, sino más tarde, cuando esa información es usada en contextos que generan discriminación. “Los derechos son derechos justamente porque son un bien a proteger. Si vivimos con una perspectiva demasiado individualista, nos arriesgamos a perder libertades esenciales”, sostiene.
Humanidades frente a la tecnología
Para la experta, el auge de la inteligencia artificial y lo digital ha puesto en segundo plano a las humanidades, cuando en realidad son más necesarias que nunca. “Sin humanidades, sin un entendimiento de cómo gobernar la tecnología, podemos terminar peor que si no desarrollamos esa tecnología”, advierte.
Además, cuestiona un modelo de internet basado en la personalización extrema, que aísla a los usuarios en burbujas informativas y facilita la propagación de discursos de odio y desinformación. Su propuesta: que los jóvenes se involucren en crear nuevas tecnologías más éticas, inclusivas y respetuosas de la diversidad.
Un mensaje a las nuevas generaciones
Véliz deja dos consejos claros a los jóvenes:
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Leer: “Es el momento perfecto para leer todo lo que puedan: historia, filosofía, política, antropología. Leer en papel es un acto de desafío al mundo digital que todo lo absorbe”.
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Vivir analógicamente: “La vida no es digital, es la vida de las cosas, de los amigos, de la naturaleza. Lo digital es solo un sustituto, lo usamos cuando no tenemos otra opción”.
Su reflexión final es un llamado a la acción: participar, forjar, cuidar y reinventar lo digital para que no nos robe lo más valioso: la libertad.