El arranque financiero de la semana estuvo marcado por la tensión cambiaria y la desconfianza de los inversores. Luego del resultado electoral adverso para el oficialismo en la provincia de Buenos Aires, las pizarras bancarias mostraron un salto abrupto en la cotización del dólar y un incremento significativo del riesgo país.
El dólar en máximos
Los bancos habilitaron sus operaciones de homebanking este lunes con el dólar a $1.400 para la compra y $1.460 para la venta, en promedio. Esa cotización ubicó a la divisa en el techo de la banda cambiaria, el límite en el que el Banco Central está autorizado a intervenir para contener presiones adicionales.
El movimiento reflejó el nerviosismo de los ahorristas minoristas tras la elección en Buenos Aires, que dejó al mercado en estado de alerta y a la espera de definiciones políticas.
El riesgo país vuelve a cuatro dígitos
En paralelo, los bonos soberanos en dólares experimentaron una fuerte caída, lo que llevó al riesgo país a superar nuevamente los 1.000 puntos básicos, según la medición del JP Morgan.
La señal es clara: los inversores temen que el Gobierno, presionado por la derrota electoral y de cara a los comicios nacionales de octubre, se vea forzado a flexibilizar el ajuste fiscal y a incrementar el gasto público, lo que encendería dudas sobre la capacidad de pago de la deuda.
Analistas recordaron que ya en las jornadas previas a la elección el riesgo país se había acercado a los 900 puntos, anticipando la incertidumbre. El triunfo opositor por un margen superior a los 10 puntos en Buenos Aires terminó de acelerar el deterioro en los precios de los activos argentinos.
La reacción inmediata del mercado confirma un dato central: la política y la economía están entrelazadas de manera inseparable. El dólar en el techo y el riesgo país en cuatro dígitos no solo son indicadores financieros, sino también mensajes de desconfianza hacia el rumbo político.
El Gobierno podrá insistir en que el programa económico no cambia, pero los inversores y los ahorristas minoristas miran más allá de los números: observan la capacidad de gobernabilidad. La elección de octubre no solo definirá bancas legislativas, también será interpretada por el mercado como un plebiscito sobre la viabilidad del plan económico.
Mientras tanto, el desafío es doble: contener la corrida cambiaria y recuperar la confianza, en un escenario en el que la estabilidad financiera se juega tanto en los bancos como en las urnas.