Tras cinco meses de tensión cambiaria y un dólar que ya roza los $1.500, el gobierno busca resistir a la embestida de especuladores y viejos actores de la política.
La economía argentina atraviesa un nuevo punto crítico, que algunos comparan con los momentos más difíciles de 2001. Aunque no hay riesgo de un colapso financiero ni corridas bancarias, la tensión cambiaria y la inestabilidad política generan un clima de fuerte incertidumbre.
Desde abril, cuando el gobierno intentó salir del cepo con un esquema de bandas cambiarias poco claro, el panorama se complicó. Lo que debía ser una señal de confianza terminó debilitando la capacidad oficial de acumular reservas y disparó la desconfianza de acreedores externos.
El resultado es un salto abrupto: el riesgo país pasó de 400 a 1.400 puntos y el dólar escaló de $1.100 a $1.500 en apenas cinco meses.
En este contexto, reaparecieron figuras del establishment político y económico que habían quedado en segundo plano, y que ahora buscan recuperar protagonismo. Para el oficialismo, se trata de los mismos sectores que gobernaron durante décadas y que hoy apuntan contra la administración libertaria.
Tras la derrota electoral del 7 de septiembre, Javier Milei envió una señal contundente: está dispuesto a vender todos los dólares necesarios para frenar la embestida especulativa y evitar una nueva crisis. El desafío inmediato es sostener la línea de los $1.500, en medio de una pelea que promete escalar.