La fascinante historia del código QR

La fascinante historia del código QR

Del control automotriz al mundo entero

El código QR, ese pequeño mosaico de puntos negros y blancos que hoy escaneamos en segundos con el celular, tiene una historia tan sorprendente como su expansión global. Nació hace tres décadas en una fábrica japonesa y terminó revolucionando la manera en que interactuamos con la información, los pagos y hasta con la salud pública.

Un invento nacido en Japón

El código QR (Quick Response Code) fue creado en 1994 por Masahiro Hara, ingeniero de la empresa japonesa Denso Wave, subsidiaria de Toyota.
Su objetivo original era mejorar el seguimiento de piezas en la línea de montaje de automóviles, ya que los códigos de barras tradicionales solo almacenaban una cantidad limitada de datos y requerían ser escaneados en una dirección.

Hara y su equipo buscaban un sistema más rápido, bidimensional y capaz de contener mayor información. El resultado fue un patrón cuadrado que podía leerse en 360°, incluso con parte del código dañado o sucio, gracias a un sofisticado sistema de corrección de errores.

De las fábricas a la vida cotidiana

Durante años, el QR se utilizó principalmente en la industria japonesa. Pero su potencial era demasiado grande como para quedarse en los talleres automotrices.
Con la llegada de los teléfonos inteligentes y las cámaras integradas, el código QR se convirtió en un puente instantáneo entre el mundo físico y el digital: una simple imagen capaz de dirigirnos a una página web, descargar un archivo, realizar un pago o compartir una ubicación.

A partir de la década de 2010, su uso se globalizó: desde restaurantes que reemplazaron sus cartas impresas hasta entradas digitales para eventos, campañas publicitarias interactivas, servicios bancarios y transporte público.

El gran salto: la pandemia

El punto de inflexión llegó con la pandemia de COVID-19.
El código QR se transformó en un aliado clave para reducir el contacto físico:

  • permitió acceder a menús sin tocar papel,

  • registrar ingresos a locales,

  • mostrar certificados de vacunación,

  • y realizar pagos sin efectivo ni contacto.

En esos meses, el QR se convirtió en un símbolo de adaptación tecnológica y confianza digital. Lo que había nacido en una línea de montaje terminó siendo una herramienta global de salud y conectividad.

Cómo funciona un QR

Cada código QR puede almacenar hasta 7.000 caracteres numéricos o 4.000 alfanuméricos, organizados en pequeños módulos blancos y negros.
La lectura se realiza mediante un algoritmo que interpreta la posición, la orientación y el patrón de contraste.

Además, los QRs incluyen tres cuadrados grandes en las esquinas, que permiten al lector reconocer su posición y corrección de perspectiva, incluso si está torcido o parcialmente cubierto.

Presente y futuro

Hoy, los códigos QR son omnipresentes: se usan en publicidad, transporte, educación, trámites públicos, comercio electrónico y hasta en arte.
Algunos países como China los integraron a su sistema financiero, siendo base de plataformas como WeChat Pay y Alipay.

El futuro del QR podría combinarse con realidad aumentada, blockchain y sistemas biométricos, haciendo cada vez más fluido el puente entre el mundo físico y el digital.

Masahiro Hara, su creador, confesó en una entrevista que se inspiró en el clásico juego de mesa “Go”, por su estructura de puntos blancos y negros. Nunca imaginó que su idea terminaría siendo escaneada por miles de millones de personas cada día.

Desde los talleres de Toyota hasta las pantallas de nuestros teléfonos, el código QR demostró que la simplicidad puede cambiar el mundo.